P R E S E N T A C I Ó N    P o e s í a (de Carlos León Liquete)    SOBRE (y contra) EL ARTE     P O e S í A v I S u A L     J e s ú s B u e n o    de N A D I E (Punk)    COLABORACIONES - Amigos    InActualidad    c o n t a c t o   

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N A D I E
De R@S

 

EL PRINCIPIO DEL FIN.

 


El problema es que no nos quisimos dar cuenta de nada.

 

Desde pequeños nos habían vendido un futuro. Aun recuerdo como libros cómics y películas nos hablaban de un porvenir futurista con coches voladores y trajes espaciales y plantas que crecían pulsando un botón y cosas así.
Luego llegó el año 2000 y empezamos a darnos cuenta de que nada de todo eso iba a suceder, seguíamos yendo a trabajar (a los mismos trabajos) en coches con el mismo motor de explosión que el primero que se había fabricado. Coches cuya sangre seguía siendo negra y debías arrancársela al suelo.. Los trajes, no solo no eran espaciales sino que las modas volvían a repetirse una y otra vez y aunque teníamos semillas transgénicas había que regarlas y seguir esperando a unas cosechas que año tras año y como siempre dependían de la lluvia y del sol. Es cierto que había un montón de avances, pero la gente los pagaba y luego se preguntaban porque sus vidas no habían mejorado por llevar un navegador por satélite en el coche o por tener cientos de canales de televisión.

 

Así que a partir de un punto, los libros, cómics y películas empezaron a hablar de futuros caóticos, de bombas atómicas, de terremotos, maremotos, cometas estrellandose contra la tierra y cosas así. De fechas y momentos en los que todo se iría al garete. Tampoco acertaron, pero tuvieron la culpa de que todos esperásemos que un buen día el cielo cayese sobre nuestras cabezas, o que los casquetes polares hicieran que el mar creciese o que, al fin y al cabo un día mirásemos  por la ventana y todo hubiese desaparecido. En resumen tuvieron la culpa de que todos pensásemos que el día de mañana nunca sería nuestra responsabilidad. Sino nuestro castigo, nuestro juicio.

 

Nunca hubo un juicio final.

 

Nunca quisimos darnos cuenta de nada.

 

El fin, no fue otra cosa que un asunto de cálculos mal echados.

 

El animal que más modifica su entorno después del ser humano es el castor.

 

Los castores talan las ramas de los arboles para construir presas en los ríos y luego viven en su embalse hasta que no quedan peces, entonces buscan otro pedazo de río y repiten la operación.
Los castores modifican su entorno y consiguen casa, comida y cualquier otra cosa que necesiten.
Lo que hacen, tiene sentido.
Los humanos talábamos los bosques para construir casas y muebles, construíamos presas en los ríos para producir energía. Luego vivíamos en nuestras casas con muebles y energía, pero aun no teníamos ni la mitad de lo que necesitábamos. Lo que hacen, lo que hacíamos, no tenia ningún sentido.

 

Los dinosaurios eran reptiles. Dominaron el mundo, un buen día desaparecieron. El cielo cayó sobre sus cabezas.

 

Los humanos éramos mamíferos. Dominamos el mundo. Un buen día desaparecimos. Como el cielo no nos cayó sobre las cabezas decidimos arrojarnos deliberadamente contra el cielo.

 

Cuando ya era tarde supimos que habían calculado mal.

 

Nacer, crecer, reproducirse y morir.

Recuerdo un anuncio de insecticida contra las cucarachas. "las cucarachas nacen, crecen, se reproducen y mueren". Si utilizabas el insecticida, las cucarachas solamente nacían, morían y desaparecían.

 

Los humanos nacíamos, crecíamos, nos reproducíamos y luego nuestra vida se alargaba demasiado a base de maquinas, pastillas y lo que ellos llamaban "Sociedad de bienestar". Eramos productos que consumían otros productos, por eso pensaron que debían mantenernos más tiempo con vida. Se podría decir que las leyes del mercado se impusieron a las leyes naturales.
Pero un día Los que controlaban la sociedad del bienestar se dieron cuenta de que la balanza se estaba inclinando demasiado en una dirección. Incluso como consumidores ya éramos demasiados. Pensaron que hacia falta un insecticida para poder volver a un equilibrio sensato.
Pensaron un nuevo eslogan:

 

Nacen, consumen, trabajan y mueren.

 

Necesitaban algo para que las cucarachas humanas volviéramos a un estado de balance adecuado. Pero calcularon mal y la cosa se les fue de las manos. Un error de cálculo.

 

A principios de los 60 crearon un insecticida definitivo contra las moscas. El DDT.
El DDT salía en los dibujos animados cuando yo era niño. Había un coyote y un conejo que se hacían trastadas y de vez en cuando uno empuñaba un fumigador con las siglas DDT. El conejo ganaba siempre.
Lo que pasó con el DDT fue que las moscas mutaron y se hicieron resistentes a él. Crearon una raza de supermoscas mutantes que no moría con insecticida.
En la guerra de Vietnam fumigaban a la poblacion con DDT (las supermoscas aun se estaban gestando). Pensaban que les hacían un gran favor desparasitándolos de aquella manera. Mucha gente sufrió de infecciones por dentro y por fuera. Resultó que el único favorecido fue el dueño de los laboratorios que fabricaba el DDT.
Cuando crees que con la misma fórmula eliminarás a insectos que molestan y sanearás a los humanos que en un futuro trabajarán para ti pero al final fortaleces a los primeros y casi exterminas a los segundos eso tambien es un error de cálculo.

 

Un ricachón ingles muy aficionado a la caza hizo llevar a su nueva casa en Australia unos pocos conejos de campo para seguir disfrutando de su deporte favorito. Los conejos empezaron a reproducirse descontroladamente a causa de las nuevas condiciones. Durante años fue una de las peores plagas conocidas de la historia, los conejos se comieron cosechas y llegaron a ser tantos que en muchos bares, para acabar con la plaga te ofrecían una cerveza a cambio de 20 kilos de carne de conejo muerto. Cerveza a cambio de sangre de conejo.
Cuando creas algo que nunca debió estar allí y se te va de las manos, y se vuelve contra ti, eso también es un error de cálculo.

 

Esas cosas pasaban, a cientos, por todas partes y de las maneras mas ridículas. No quisimos darnos cuenta de nada.

 

Una vez estuve en una playa en un país del trópico. Era la época de cría de las tortugas. Los huevos se abrían y cientos de pequeñas tortugas luchaban por llegar al mar. Me enteré de que solo una de cada mil llegaba a sobrevivir y volvería a aquella misma playa, ya adulta despues de haber recorrido miles de kilometros por los oceanos del mundo. A aquel preciso mismo lugar. A poner cientos de huevos de los que saldrían pequeñas tortugas y solo una de cada mil sobreviviría y volvería a esa misma playa, ya adulta...


Me enterré en la arena y me desenterré para ir reptando hasta el mar, por saber como se puede llegar a sentir una pequeña recien nacida que tiene que arrastrarse unos metros (kilometros, desde su perspectiva) hasta llegar al agua.

 

Por hacer esa tontería unos pequeños parásitos anidaron bajo mi piel, pusieron huevos y las larvas comenzaron a cavar túneles dejando unas curiosas cicatrices en mi cuerpo.
Así de fuerte es la vida.
Larva Migrans, o "oruga aradora" como la llamaban allí, (por los curiosos surcos que labran en el cuerpo).
Para acabar con la larva migrans tuve que tomar Ivervectina. Es un antiparasitario para ganado, durante días sufrí vómitos y mareos y algunas cosas más, pero al final los parásitos desaparecieron, yo pensaba en los huevos que habrían puesto dentro de mi y nunca eclosionarían. Tal vez el tomarlo fue lo que me hizo inmune a la plaga que acabó con todos nosotros.

 

Una de cada mil tortugas volverá algun día a esa playa, las larvas migrans seguirán allí enterradas en la arena esperando algun ser en el que puedan cavar sus surcos. Ese ser ya nunca más será un humano. Al mar no le importa un carajo nada de todo eso. Estaba en aquella playa mucho antes de que tortugas parasitos y humanos llegásemos, y seguirá en esa playa mucho después de que todos nos hayamos ido.

 

Crearon un virus.
Lo tenían bien calculado, pero hubo un error de cálculo. Era un virus para pobres y débiles, algo más de la mitad de las cucarachas humanas morirían y las que pudiesen permitírselo se gastarían una fortuna en curarse. Un buen cálculo y así el mundo seguiría girando unos cientos de años más gracias al desahogo.

 

Pero el virus mutó como las moscas del DDT y abandonó la discriminación para la que estaba diseñado. Gracias al calor y a la contaminación se transformó en una plaga imparable como los conejos en Australia. Después de los pobres y débiles vinieron los fuertes y los ricos. Y todos. Ni el dinero fue capaz de curar a nadie esa vez. La ultima vez.

 

Fue una muerte silenciosa, un desaparecer con agonía y relativamente rápido. Pero sin grandes ceremonias, ni despedidas. El mar seguía allí, haciendo lo mismo que ha hecho siempre, la gente cerraba los ojos y ya no estaba.

 

No lo vimos venir, nos habían adiestrado para temer un futuro que vendría de frente y con fuerza, un porvenir del que te salvabas cada noche durmiendo y olvidando, un sufrimiento que debía eludirse centrándose en uno mismo y nunca NUNCA pensando en nadie que no fueras tú. Así el dia que todo terminase al menos podrías sentirte tranquilo por saber que no era culpa tuya.

 

En cambio el futuro vino en forma de regalo colectivo y silencioso, sin tiempo de odiar ni buscar motivos ni culpables. El futuro vino en forma de un error de cálculo en una ecuación que una vez había sido simple, pero a la que le añadíamos incógnitas generación tras generación, año tras año, día tras día...

 

Y asi acabó todo. Todos fuimos culpables, solo que cuando quisimos darnos cuenta ya no había nada que hacer, ya no servía de nada buscar un responsable, mucho menos una solución, porque a eso también nos habían enseñado. Cuando algo se tuerce, no se busca una solución. Se busca un culpable y se le castiga. No importa lo que haya pasado, ni siquiera si hay una parte buena o mala en ello. Lo importante es buscar al culpable y castigarlo. 

 

Hasta el día que todos fuimos culpables. Por ignorantes, por no ser capaces de mirar a ningón otro lugar que no fuera hacia delante, cuando la vida, en realidad estaba a nuestro lado, y encima, y detrás. No era algo contra lo que debías protegerte. La vida era cuestion de vivirla. No de poseerla, ni entenderla ni superarla o conquistarla.
Solo vivirla.
Pero de todo eso no quisimos darnos cuenta.
Todos y cada uno de nosotros nos equivocamos calculando el día de mañana.

 

 

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  (Nota del autor: todos los hechos expuestos en este relato, -excepto,obviamente, los referidos al futuro- son rigurosamente ciertos, asi de fuerte puede llegar a ser la vida)

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