P R E S E N T A C I Ó N    P o e s í a (de Carlos León Liquete)    SOBRE (y contra) EL ARTE     P O e S í A v I S u A L     J e s ú s B u e n o    de N A D I E (Punk)    COLABORACIONES - Amigos    InActualidad    c o n t a c t o   

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Sobre nadie y los demás

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[ texto en formación a partir de prácticas de plagio, deformación, 'detornación' y cita ]

 

En aquella  calle, nadie esperaba. Mientras, las horas hablaban, como flores de lo oscuro:

J.L: "Ahora bien. ¿Quién ha sido el Goethe de esta tragedia de multitudes y de valores desarrollada en la escena contemporánea (...)? Nadie, Nadie en particular. Es algo vivo que, designado con el nombre de inconsciente colectivo, virtualidad creadora o de cualquiera otra y más sublime manera está en nosotros y en nosotros es, o no es nada".

Nadie le contestó: "el silencio sólo no induce a contemplar el desenvolvimiento dialéctico de las cosas. Por eso el silencio, como el grito, son sólo una parte".

Y en esas estaban, unidos por el apego a la vida cotidiana y por una oscura pasión por el anonimato del hombre común, entendido como "el lugar donde el poeta puede encontrarse a si mismo". Umberto hablaba a lo lejos, en el fondo de estas líneas dando paso, en su boca, a lo que todos pensaban:

"Tú, gran propietario - dijeron a coro las horas-, no comprenderás ni percibirás más que cualquier otro. El dueño de la biblioteca no es aquel que tiene derecho legal a ella por haberla comprado y pagado. Son dueños de la biblioteca cualquiera y todos los que puedan leerla...". Ya no recuerdo quien habló después, quizá el Amado. Me llegan aún, resonando siempre en el recuerdo, aquellas palabras dichas en una lengua que, sin ser nuestra, nos era conocida:

"Art is a judgement call. Today we can rely on neither connoiseurs of taste nor eternal verities to make that judgment call for us. But if you have do-it-yourself art you must have do-it-yourself criticism".

Pero no quería hablar del arte, sino de él. Por eso la crítica de sí mismo se hacía entre líneas, como velada, oculta bajo la bruma y la multitud de nombres que acudían a escuchar, primero, y a participar, después, de la conversación que, poco a poco, se dilataba en el tiempo:

Así llegó Fernando, gritando en la limpia mañana como un nuevo Jesús en las murallas: "¡piensan ser tantas cosas! ¡Y hay tantos que piensan ser él, que no puede haber tantos!"

Fernando era de los que siempre sabía qué decir. No lo dudaba nadie. Sin embargo, Juan no estaba contento, no le interesaba ser uno. El yo se había hecho tan pobre que ya no le importaba figurar entre esos tantos, yo-es desierto-s de todo y de sí mismo-s. Sentía en su fuero interno una punzante realidad que le llevaba a gritar, desaforadamente, aquellas palabras: "¡ El ser que no es nadie, el Ser!". Y se movía bruscamente de un lado a otro de la estancia, como león encerrado buscando la salida.

Luego, el mismo Juan siguió desgranando las cuentas de aquel oscuro collar: "Ahora bien, y este es el resorte definitivo de la cuestión: si después de comprobar la existencia de un lenguaje inteligible en una zona donde no  existen en cambio los yos conversantes, se planteara por fuerza la pregunta: ¿cuáles son los elementos que ese lenguaje comunica, qué o quién es lo que habla, qué lo que escucha y qué lo hablado? luego de comprobar, como ya se hizo, que esos tres son Nadie, se llega a una respuesta no menos atrevida que ineludible".

Todos esperaban espectantes aquella respuesta. Pero Juan se fue y  nos dejó sentados entre las gotas de tinta, digo, lluvia, que en la acera hacían las veces del cristal donde mirarnos.

"Nadie puede negar - decía Hans, mientras entre los otros esperaba al Juan que no volvía- que en nuestro siglo, más que en ningún otro -ya el propio número de artistas es un dato escandaloso- lo inauténtico supera en número a lo auténtico, algo que estimulan y en parte provocan la irresponsabilidad y la codicia de cierto tipo de mercado del arte y la falta de criterio de la prensa diaria. Existen fuertes intereses por mantener de una manera expresamente confusa la línea divisoria entre lo auténtico y lo que no lo es; intereses que llegan a afirmar que esta línea divisoria resulta difícil de reconocer..." . Todos nos quedamos pensativos, cabizbajos, con los ojos pegados a los reflejos que la luz hacía arder en el agua de los charcos. Y él siguió relatando su letanía, dura, como la propia realidad a la que nos estábamos enfrentando: "El arte del lenguaje no admite una fragmentación entre la forma absoluta y el contenido absoluto. Conserva las dimensiones humanas de la lengua, la cual no sólo expresa un yo, sino que también enuncia un ello y apela a un tú" - nadie se dio la vuelta para seguir la línea fina que trazaba con su pensamiento- "en el principio de la renovación del arte, habrá sido el Verbo. Incluso la conciencia ética de nuestra época habita entre los defensores del lenguaje".

Luego, cuando todos se iban, recordó en voz alta aquella letanía: no duerme nadie por el cielo, nadie, nadie... e intentó envolverse en ella, como en una manta de un lejano sueño.

- Pero Federico murió, en aquella guerra -

- Y Justo también, y como siga habiendo guerras cada día habrá más muertos, y ya sabes, los poetas son seres prescindibles. de nadie -

- Anónimo y diverso te busqué en su amatista, te busqué y ya, no sé, si busco, encuentro, sé o soy... tanto tiempo para nada, tanto espacio para tanto nadie, y en ese cruce de caminos, yo, aún, como en aquella lejana calle alumbrada tan solo por el candil... y el tiempo, se pasa, y el espacio se achica, y yo donde está, otra vez nadie, nada, less than zero...

- ¿cómo dejar el hueco aquí, en este libro sin volumen, larisaenlabocadesdentada?

El que habló así se recostó sobre la pared desierta y desconchada, mientras en el aire se respiraban las volutas del humo de los millares de automóviles que colonizaban la ciudad. Jordi, que había llegado después y permanecía callado en su rincón, sin apenas pestañear habló por fin y aulló casi perro ya en su playa:

- Nuestro Virgilio es Nadie; y nadie, ni siquiera él, sabe como llevarnos fuera de este purgatorio".







[ cuando me place escribo, cuando les place escriben ellos . . . ]

 

 

 

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