(a partir de un texto, levemente retocado,
que aparece en el blog eseaparentedesorden)De Arte y Derechos de Autor
Lo que ves, oyes o lees en esta página es nuestra poesía, pintura, música, modesta quizás, pero nuestra.
No existe ningún delito en leerlo, verlo o escucharla,
incluso en que te la quedes, si te gusta...
El Arte es
independiente del comercio, y habría que empapelar
a quien saca dinero del trabajo de otros,
pero sin difusión y público
no existe el Arte,
Ningún músico es nadie sin los que oímos y compramos
sus discos o vamos a sus conciertos.
Un poeta no es tal hasta que otros ven su poesía.
... sabe el Destino si se
puede vivir del Arte, pero no nos pidas que nos hagamos ladrones
por
pasárnosla unos a otros para que puedas pagar tu isla privada...
Eso no
es Arte; la creación y el mercado se repugnan,
aunque no hay nada
indigno en cobrar por tu trabajo, todo lo contrario:
el músico debe
cobrar, por vender discos, por tocar, por componer,
por derechos de
Autor siempre que quien usa su música negocie con ella,
pero una cosa es reclamar las ganancias de otros a partir de tu
trabajo
y otra penar a quien te hace el favor de oírte y de difundirte.
La Historia del Rock no existiría sin las grabaciones caseras; ellas no
matan al Rock, la codicia sí.
La poesía no sería nada sin los textos copiados de un libro que nos emocionó,
las canciones a partir de un poema que nos apasionaba, la difusión libre en hojas sueltas
y el libre disfrute de la misma.
¿Habríamos de pagar por mirar al músico
que tiene su imagen registrada?
¿Por qué no se distinguen de una puta
vez Derechos de Autor de control de la obra?
La obra, pública, es de
todos, allá el que se la quede para sí,
lo que no se puede hacer es
mercardear con ella si no es de tu propiedad...
No se puede
consentir que ciertos autores nos traten como delincuentes
por difundir y
compartir las obras,
no se puede consentir que tengan que dar permiso
para todo
(salvo alteración o explotación por otros, y esto es
asumible).
Publicar es hacer público, con todas las consecuencias;
no
se debe legislar sobre intenciones, sino sobre hechos.
Lo demás es
silencio.